Centenares de ingenieros belgas, formados en las universidades más importantes de Bélgica como la de Gante, Lieja, Bruselas y Lovaina también llegaron a nuestro país. Técnicos, mecánicos, obreros especializados y agrónomos también arribaron.
Por otro lado, muchos arquitectos belgas fueron convocados para aplicar sus nuevos métodos y estilos de construcción, como así también muchos escultores participaron de los monumentos que embellecen a nuestra Ciudad. Un ejemplo de esto es el Monumento a los Dos Congresos (1910), obra de Jules Lagae y el monumento al presidente Alsina, en Recoleta, de Jacques De Braeckeles.