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Conocé, una por una, las colectividades de la ciudad.

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Colectividad sueca

Vida institucional

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A fines de siglo XIX, Buenos Aires era una ciudad llena de posibilidades tanto en lo económico como en lo cultural. El desarrollo de redes ferroviarias, con las que mucho tuvieron que ver los inmigrantes suecos, había impulsado el desarrollo de la ciudad, revolucionando las posibilidades de exportar la agricultura y ganadería desde Buenos Aires, donde, por otra parte, no dejaban de llegar buques de inmigrantes. Poco a poco se iba convirtiendo en una ciudad con características que muchos reconocían como europeas, debido a la gran influencia de aquellos que aportaron su cultura.



Pero al establecerse en Buenos Aires, muchos suecos estaban perdiendo relación con sus orígenes, lo cual irritaba profundamente al odontólogo sueco Nils Odahl, quien insistía en preservar su idioma y sus tradiciones. Creyó que tal vez, una asociación sueca en Buenos Aires, podía ser capaz de nuclear a sus inmigrantes y mantener el lazo que los unía con su país de origen, como lo habían hecho los clubes ingleses y noruegos. Entonces convocó a hombres de la colectividad en la Cervecería Roca, ubicada en plena calle Florida, para analizar la idea. Gracias a su iniciativa, el domingo 29 de octubre de 1898 se fundó la Asociación Sueca. La institución sigue en funcionamiento y una de sus actividades principales se da el primer viernes de cada mes, cuando se realiza el Almuerzo Mensual en el Club Sueco, abierto a todo aquel que quiera disfrutar la gastronomía sueca.



Otra institución importante de la colectividad fue la Asociación Sueca de Beneficencia, que si bien comenzó sus actividades en 1909 fue fundada formalmente en 1929. Las mujeres de la colonia local llegaron a fundar la Asociación de Damas Suecas de Buenos Aires para ayudar a la Asociación Sueca de Beneficencia a realizar sus tareas solidarias.



En 1919 se fundó la Congregación Sueca, aunque la actividad eclesiástica se ejercía desde hacía ya 25 años en distintas casas del barrio de San Telmo. En su mayoría, la colonia sueca profesaba la fe luterana. Durante la guerra, la Iglesia Sueca se convirtió en un refugio de marineros, como así también en un centro de apoyo donde se podía obtener información directa de Suecia, a través de libros y diarios escritos en su lengua.



El edificio definitivo para la Iglesia Sueca se construyó recién en 1948 y cuenta con un maravilloso órgano y los vitreaux realizados por el destacado pintor Jorge Beristayn, que también fue director del Teatro Colón. Allí se festeja todos los 13 de diciembre la fiesta de Santa Lucía, dedicada a Santa Lucía de Siracusa, dónde se acostumbra a comer típicos bollos de azafrán y galletas con especias, y tomar una bebida caliente llamada glögg, hecha a base de vino y especias. La festividad es abierta a toda la comunidad y es una antigua tradición de la cultura sueca.

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