La inmigración vasca se dio en cuatro etapas. Una temprana, que va de 1835 a 1853, conformada en su mayoría por pastores que ingresaron por Uruguay. La segunda etapa se dio luego de sancionada la Constitución Argentina en 1853 y finalizadas las guerras internas, y se extendió hasta 1877. La mayoría de los inmigrantes que llegaron en esta oleada se radicaron en la pampa húmeda además de la Ciudad de Buenos Aires.
La tercera etapa se dio a partir de 1877. Fue ese año que el presidente Nicolás Avellaneda firmó la ley de Inmigración y provocó un mayor flujo de inmigrantes a nuestro país, incluidos los vascos. Esta tercera oleada se extendió hasta 1914, al comienzo de la Primera Guerra Mundial, aunque la mayor afluencia de vascos se dio entre 1880 y 1900.
El cuarto período migratorio se dio cuando empiezó la Guerra Civil española y se trató, básicamente, de una inmigración política. Esta emigración fue cualitativamente muy importante y tuvo repercusiones en el ámbito cultural argentino. Además, el entonces presidente de la Nación Roberto M. Ortiz -hijo de un emigrante vizcaíno-, autorizó por decreto la entrada de vascos sin distinción de origen y lugar de residencia. Un trato que fue una excepción para los vascos, en tiempos en que la Argentina había puesto un freno a la inmigración masiva. Muchos se beneficiaron con esta medida pero a partir de 1950, la entrada de inmigrantes vascos al país se redujo radicalmente.
