La colectividad coreana de Buenos Aires transformó una parte del sur del barrio de Flores situada entre las avenidas del Trabajo, Carabobo, Castañares y La Plata en un enclave étnico conocido como Coreatown, Little Korea, Pequeña Corea o Baek-ku. Hasta fines de los años noventa, muchos de los carteles y leyendas de sus principales comercios estaban impresos sólo en coreano. Carteles de publicidad, peluquerías, panaderías, farmacias, inmobiliarias, casas de computación, de regalos. Hasta los precios figuraban en coreano en estos comercios dirigidos específicamente al consumo étnico-comunitario. En homenaje a estos vecinos, en 1989 el tramo de la avenida Carabobo que cruza el barrio fue rebautizado por el gobierno porteño como la avenida Corea.
Otros dos espacios habitados por los coreanos se relacionan con sus actividades comerciales e industriales. Son el Once y la zona de venta mayorista de indumentaria conformada en torno a la esquina de las avenidas Avellaneda y Nazca, en Flores. Como afirma Carolina Mera en La inmigración coreana en Buenos Aires, “la movilidad social representada en el desplazamiento geográfico está íntimamente ligada al crecimiento económico y especialmente a la apertura de nuevos locales comerciales; mientras que el barrio originalmente de residencia se vuelve cada vez más de consumo étnico”.
