Desde comienzos de la década de 1860, la llegada de los daneses continuó de manera progresiva. Hay registros del establecimiento de unos veinte daneses en Tandil en esos años, y de que ese número se duplicó una década más tarde, llegando a los cuarenta integrantes. Pero en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, la población danesa en el país creció exponencialmente: se registraron 1.300 ingresos entre 1886 y 1890, otros 1.000 durante los primeros cinco años del siglo XX, y la cifra se triplicó hacia 1911.
A finales del siglo XIX, ya los dos diarios más importantes de Dinamarca (el Politiken y el Berlingske Tidende) habían comenzado a publicar notas en las que Argentina se presentaba como un destino posible. En Buenos Aires, además, las agencias de viaje Hamburg-Südamerikanische y Hollandesche Lloyd imprimían folletos editados desde la Sociedad Danesa de Socorros Mutuos (DanskHjælpeforening) para informar y asesorar a aquellos que emprenderían viaje o que aún no lograban tomar esa difícil decisión. Los folletos explicaban de qué manera y dónde era posible conseguir trabajo, qué daneses ya instalados podían brindar ayuda, y también proporcionaban precios del tren y de las comidas y se detallaban las actividades organizadas por las instituciones de la comunidad.
El período de 1911 a 1915 fue el de mayor ingreso de daneses a la Argentina y hacia 1922 comenzó a decaer. Aún así, para 1930 ya habían arribado unas 18 mil personas de ese origen, que hicieron de Argentina el tercer destino más numeroso de la diáspora danesa, después de Estados Unidos y Australia. La mayoría de ellos provenían de la península de Jutlandia, de las islas de Fiona, Selandia y Laalandia, y de otras regiones de Dinamarca.
