Dos países tan vinculados como Brasil y Argentina tienen infinitos puntos de contacto y eso se refleja también en el flujo migratorio. Quizás no tanto en las cifras, porque desde los años 90 los brasileños residentes en Argentina son apenas el 4% del total de los inmigrantes llegados desde países limítrofes y apenas el 0,1% de los migrantes totales. Pero sí desde las historias, porque en la mayoría de los casos no son migraciones buscando un mejor destino económico, para huir de conflictos bélicos o para conseguir mejores condiciones que en el país de origen. Buena parte de las migraciones de brasileros en la Argentina tienen que ver con historias de amor. Pero también la música, la danza y las artes escénicas fueron motores que alimentaron la migración entre ambos países.
En 1914, los brasileros residentes en la Argentina representaban el 18% del total de los inmigrantes llegados de países limítrofes, y un 0,5 del total de la población. Casi un siglo después, ese número cayó, sobre todo en comparación con los otros cuatro países limítrofes (principalmente Bolivia, Paraguay y Uruguay, no tanto Chile). A partir de 1991, la creación del Mercosur generó un nuevo proceso de integración. Se abrieron nuevas oportunidades en el mercado laboral y con ellas, dio comienzo un novedoso flujo migratorio compuesto por numerosos técnicos, gerentes, ejecutivos y profesionales transferidos por las distintas empresas que comenzaban a radicarse en la Argentina.
