En 1871, el gobierno argentino abrió sus oficinas de migración en Amberes y comenzó a reclutar los primeros holandeses, belgas y franceses para poblar el país. Sin embargo, no tendrá tanta repercusión hasta 1888 cuando tuvo lugar una inmigración masiva de holandeses y belgas. Se estima que entre 1846 y 1932 emigraron de Europa unos 224.000 holandeses, de los cuales 8.000 vinieron a Sudamérica. Pero entre 1857 y 1920 retornaron unos 3.700. Así, la inmigración holandesa fue menor al 1 por ciento del total de la migración recibida.