La inmigración irlandesa no fue masiva, pero sí muy antigua. Juan y Tomás Farrell llegaron al Río de la Plata con Pedro de Mendoza en 1536. Más tarde, en la época de las invasiones inglesas y tras la derrota a manos de las milicias criollas, varios soldados que formaban en las filas del ejército invasor se radicaron en la ciudad.
En 1828, el General John Thomond O´Brien lideró el primer intento de una inmigración organizada; se propuso traer a doscientos jóvenes irlandeses para que formaran la base de una colonia agrícola y aunque no funcionó, sí estimuló el arribo espontáneo de varios inmigrantes.
El flujo migratorio más importante se dio recién a mediados de siglo. Entre 1845 y 1851 la población de Irlanda, empobrecida y oprimida por el dominio británico, experimentó grandes hambrunas como consecuencia de reiterados fracasos en las cosechas de la papa, el principal sostén alimentario del país. Esa situación impulsó la emigración de aproximadamente dos millones personas. La Argentina fue el país de habla no inglesa que más irlandeses recibió.
Se calcula que para 1869 había 5.246 irlandeses radicados en la Provincia de Buenos Aires y que, en el transcurso de todo el siglo XIX, llegaron alrededor de 20 mil. Hoy en día, se estima que los descendientes de irlandeses en la Argentina llegan a 150.000.