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Conocé, una por una, las colectividades de la ciudad.

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Colectividad Colectividad judía

Colectividad judía

Historia de la colectividad

La colectividad judía en la Argentina es la más numerosa dentro del mundo de habla hispana gracias a los 250 mil judíos que viven en el país. Radicándose originariamente en zonas rurales, fueron migrando de a poco hacia zonas urbanas y se dedicaron a diversas actividades económicas. Algunos famosos pertenecientes a esta comunidad son: Tato Bores, Adrián Suar, Jaime Yankelevich y Alejandro Romay.
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De acuerdo con los estudios demográficos más recientes, en la actualidad viven en Argentina cerca de 250 mil ciudadanos judíos. Se trata de la colectividad más numerosa dentro del mundo de habla hispana y la séptima a escala global. Si bien su presencia se remonta al período colonial, recién en 1860 se registró la primera boda judía en el país y, hasta fines de la década de 1880, el número de judíos que vivían aquí era aún poco significativo: apenas unos 1.500.



La llegada de las primeras familias que se establecieron en las colonias santafecinas Esperanza y Monigotes, y, sobre todo, el asentamiento en 1889 de un grupo más numeroso en Moisés Ville, resultaron casos testigos que inspirarían, de inmediato, la conocida obra filantrópico-productivista iniciada en la Argentina por el Barón Maurice de Hirsch, un magnate de la banca y los ferrocarriles alemanes. Interesado en ayudar a sus correligionarios del este europeo, en 1891 el Barón creó la Jewish Colonization Association (JCA), una empresa de grandes dimensiones dedicada a trasladar a los judíos rusos a las fértiles pampas argentinas, donde se integrarían en la sociedad local y adquirirían un nuevo modo de vida deviniendo agricultores. Cuatro décadas más tarde, unos 35.000 inmigrantes judíos habían sido establecidos en una veintena de colonias, que fueron distribuidas en siete provincias argentinas.



Ese flujo rural primigenio mostró al mundo que, a pesar de algunas demostraciones aisladas de hostilidad antisemita por parte de los sectores más conservadores, era posible vivir en el seno de la sociedad argentina sin tener que renunciar al conjunto de prácticas que permitían dar continuidad a la identidad étnico-religiosa. Prueba de ello fue la proliferación de sinagogas, escuelas complementarias, instituciones socio-culturales y periódicos en ídish que gozaron de una amplia libertad para atraer al público judío. De ese modo, las colonias agrícolas estimularon la llegada de obreros, comerciantes y artesanos que se instalaron en varias ciudades argentinas, entre las que predominó Buenos Aires.

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