La colectividad suiza arraigó profundas raíces en la Argentina y sus aportes a la cultura y a la historia son incalculables. Carlos Pellegrini, presidente entre 1890 y 1892, fue descendiente de suizos. La poetisa Alfonsina Storni fue una de los 35 mil inmigrantes suizos que se instalaron en el país. Apenas dos ejemplos que demuestran la gran influencia que tuvo esta comunidad. Y eso, sin mencionar el deporte de tiro al blanco y la deliciosa comida “fondue” que eran desconocidos hasta entonces en el país.
Los 35 mil inmigrantes suizos llegaron entre 1821 y 1939. La oleada migratoria tuvo sus altas y bajas: a partir de 1890 la inmigración suiza disminuyó notablemente por las crisis sufridas en la Argentina y hasta 1909, llegaban al país menos de 700 inmigrantes suizos por año. Entre 1914 y 1918, coincidentemente con la Primera Guerra Mundial, el número de inmigrantes volvió a aumentar.
En la Argentina del siglo XIX no existía todavía una noción acabada de Suiza y era frecuente que la identificación se realizara a partir de la lengua. Por eso, los ciudadanos que llegaban eran frecuentemente confundidos con alemanes, franceses o italianos, según la zona de donde provenían.
Los primeros inmigrantes suizos venían de regiones de habla alemana o mixta como Friburgo y Valais, y se establecieron en el campo. En las ciudades, en cambio, se instalaron los inmigrantes que llegaban del Ticino, el cantón de habla italiana. La mayoría de los suizos residentes en Buenos Aires a mediados del siglo XIX eran oriundos del Ticino y se confundían entre la gran corriente inmigratoria italiana.
